Los cambios que se necesitan para compensar conocimientos
La autora es directora del departamento de Educación de la UCA.
La profunda inequidad educativa que aparejó la pandemia requiere de modificaciones en la enseñanza. Un estudio del experto chileno Cristian Cox expresa que esta actualidad eleva considerablemente las exigencias a los docentes dado que hay que: a) lograr aprendizajes óptimos; b) enseñar currículos más complejos; c) hacerse cargo de la extensión de roles por déficit de capacidades de socialización de otras instituciones (familia) y d) intensificar el desempeño de su rol por presión de la sociedad del conocimiento.
Asimismo deben trabajarse los diseños curriculares. En este sentido, los que se elaboraron durante la pandemia en los ministerios de educación del país siguen obviando la consideración del impacto de la actual bimodalidad y no contemplan capacidades para “saber hacer” con lo que se sabe.
Mi experiencia como ex directora de curriculum y enseñanza en el ministerio de educación de CABA por 4 años me lleva a formular las siguientes preguntas para pensar posibles caminos: ¿Qué vale la pena enseñar para que todos aprendan y apliquen lo que saben? ¿Cómo diseñar curriculums que integren significativamente el saber, saber hacer y saber ser para recuperar el sentido más profundo del humanismo para una ciudadanía global efectiva y trascendente? ¿Cómo diseñar desempeños evidentes con una nueva modalidad de evaluación formativa que haga que todos aprendan óptimamente y sean felices?
Recuperar conocimientos, en un contexto desigual con en un sistema escolar que sigue priorizando la transmisión acrítica de contenidos conceptuales, desarraigados de los problemas de la niñez y la adolescencia, se hace complejo si no se asume que hay que trazar trayectorias personalizadas para cada estudiante.
Es acá donde el curriculum amerita diversas opciones: 1) priorizar aprendizajes valiosos, y aminorar la cantidad de materias; 2) dar más libertad a la gestión escolar para que las escuelas tracen trayectos personalizados; 3) integrar contenidos de distintas materias en proyectos; 4) dar más horas de clase presencial a quien más lo necesite y 5) dar espacio al desarrollo de habilidades socioemocionales para que los estudiantes sientan que pueden mejorar. Una tarea compleja, pero posible. Ministros, confíen en sus docentes.