No basta con tener más alumnos en las escuelas
Hay un solo camino, la educación. Opinión Por Agustina Cavanagh. Directora ejecutiva de Fundación Cimientos.
A lo largo del último siglo, el sistema educativo argentino se ha expandido, lo que sin duda es una conquista que nos debe enorgullecer como sociedad. De todos modos, lo que hemos conseguido pone en evidencia un factor importantísimo a la hora de evaluar los resultados del sistema: la desigualdad con la que convivimos en nuestro país.
Muchos niños y jóvenes acceden a la escuela pero, lamentablemente, sin que ello implique una experiencia educativa significativa para todos.
Que haya alumnos cuyo tránsito por la educación obligatoria deje poca huella, duele. A esto se suma un dato escalofriante que pone paños fríos al “éxito” en la expansión de nuestro sistema: solo 15 de cada 100 jóvenes en situación de vulnerabilidad social se gradúan del nivel secundario con la trayectoria que impone el sistema, según estudios realizados por Cimientos.
Rendirnos ante la desigualdad, aceptarla como algo inamovible, sería cometer el peor error. Para perpetuar la injusticia basta con tolerar la desigualdad educativa.
El acceso al conocimiento hace la diferencia, moviliza, habilita preguntas y problematiza aquello que hasta el momento parecía incuestionable.
En las escuelas aprendemos cómo se construye el conocimiento y cómo se puede transformar, a partir de esa experiencia, la realidad. No alcanza con que haya más alumnos en las escuelas, es necesario que éstas sean cada vez mejores para todos para, de ese modo, eliminar la brecha que separa a los que pueden acceder a una educación de calidad y a los que cursan una escolaridad sin preguntas, sin recursos, sin intención de cambio, sin poder dar curso al sentido de posibilidad.
Un estudio sobre sistemas educativos que han logrado mejorar identifica algunos rasgos comunes en ellos. El más conocido es que la calidad del sistema está en estrecha relación con la calidad de los equipos docentes.
Pero hay otro factor importante que no debemos perder de vista: el rol del liderazgo sostenido a lo largo del tiempo, tanto a nivel del sistema como en las mismas escuelas. Los líderes en estos sistemas que mejoran, se han sostenido entre 6 y 7 años con apoyo de la política y otros órdenes del Estado.
En pocas palabras: para garantizar una inclusión real y efectiva, con resultados de largo plazo, necesitamos que nuestros chicos tengan experiencias educativas significativas. Necesitamos recordar diariamente que es con la educación, es en la escuela y son los docentes los que pueden multiplicar las oportunidades de hacer de cada vida, una vida digna. Actuemos en consecuencia.