Proyectos de aula: partir de un desafío
Hace ya algún tiempo que se viene impulsando desde las llamadas pedagogías activas el aprendizaje basado en proyectos (ABP). A partir de una pregunta, desafío, reto o problema -que surje del cruce entre el propio interés de los chicos y el currículum escolar- la escena del aula cambia y pone como protagonistas a los chicos y chicas. Con esta metodología colaborativa- entre pares apoyado por el uso de las tecnologías digitales- los estudiantes ganan en autonomía y compromiso con su aprendizaje a la vez que propone un abordaje integral de los fenómenos o problemas. El «aprender haciendo»– los alumnos ponen en juego sus propios saberes, buscan, seleccionan, debaten, consensúan, prueban, comenten errores- genera un compromiso genuino entre pares y con el proyecto.
La planificación del proyecto de aula se vuelve clave para conseguir los objetivos de aprendizaje. Es fundamental determinar el objeto de estudio, complejizar el tema a partir del aporte de las distintas disciplinas para luego seleccionar estrategias y experiencias que permitan resolver esa pregunta/reto/problema planteado a partir del armado de un producto final.
Analizar
Un buen punto de partida para formular el desafío que guiará el proyecto, luego de delimitar la temática, es elegir un recurso que impacte, que invite a reflexionar y motive a los alumnos a buscar soluciones a problemas reales (imágenes, videos, notas periodísticas, cortos, películas, entre otros). En este caso, partiendo de la problemática del maltrato y la discriminación en la sociedad, se pueden presentar por ejemplo distintos recursos disparadores:
A- Lectura de notas periodísticas:
Un youtuber humilló a un mendigo y le dio galletitas Oreo con dentífrico
El Inadi a pleno: recibe 137 denuncias por discriminación al día
B- Cortos que trabajan la discriminación:
10 cortometrajes sobre igualdad y no discriminación
C- Fotorreportajes de escuelas participantes del concurso #SosVOSenlaRed2018
A partir de estos disparadores, se buscará proponer un espacio de intercambio que permita detectar los intereses o preguntas más relevantes sobre la problemática que serán el punto de partida del proyecto. Algunas preguntas que pueden abrir el intercambio podrían ser: ¿Quiénes produjeron estos relatos y cuál fue el enfoque propuesto? ¿Qué sentimientos les generan las situaciones presentadas? ¿Conocen otros casos donde una persona o grupo hayan sido maltratados?¿Consideran que las redes pueden potenciar el impacto del maltrato? ¿Con qué acciones propiciarían que quién maltrata o discrimina, construya una nueva mirada hacia las víctimas? ¿Conocen alguna campaña de prevención en nuestro país o en otros? Es útil que las preguntas se formulen de una forma abierta y general de manera tal que exijan la investigación en distintas fuentes y un trabajo de campo para recopilar información.
Se puede, además, llevar el registro de los subtemas que surgen de manera de asegurar una mirada integral del problema que requiera la implicancia de distintas áreas del conocimiento para hacer una experiencia significativa de aprendizaje y un abordaje integral del problema.
Producir
¿Cómo llegamos de la pregunta al producto final? Una vez que cada grupo toma alguna de las preguntas o subtemas que fueron surgiendo del intercambio o presentación de la problemática, es importante explicitar las fases de trabajo y acompañar a cada grupo incentivando con repreguntas, materiales nuevos, acercando herramientas digitales, es decir, estar atentos a las necesidades que van surgiendo en cada grupo. En cuanto a las etapas del proyecto, consideramos:
- Cada grupo distribuye los roles y decide cómo organizará la tarea (¿quién se encarga de qué?¿Cómo se compartirán los materiales (dropbox, drive, etc.)? ¿En qué tiempos y espacios se trabajará en el proyecto?)
- Buscan y procesan la información relevante para esa pregunta (¿qué fuentes consultaremos para este tema? ¿Qué tiempos asignaremos a la búsqueda? ¿Cuáles son los criterios para seleccionar la información que consideramos más relevante? ¿De qué forma podemos relevar datos, opiniones, testimonios?, ¿Qué herramientas digitales tenemos para sintetizar la información seleccionada?).
- Crean un producto final. Puede suceder que el docente ya tenga pensado un producto final o que el mismo se vaya definiendo en el transcurrir de las etapas. Hay una variedad de productos que pueden considerarse. Por ejemplo: producción de podcast, videos, fotorreportajes, tableros, murales digitales, una wiki, abrir un hilo de conversación en twitter, generar una campaña de concientización, realizar una entrevista a un especialista en el tema).
- Evaluación del proceso y del producto.
- Difusión de lo producido.
Compartir
¿Para qué sería importante difundir el producto del proyecto de aula? Es una pregunta que debiéramos plantear también a nuestros alumnos. Sin dudas, si la pregunta fue motivadora y el recorrido transitado fue organizado, consensuado y cada uno pudo intervenir en el proceso y el producto final, habrá interés en que lo producido trascienda el trabajo grupal. Por ello, pensar en cuál sería la mejor forma de hacerlo público se vuelve una cuestión importante en la planificación del proyecto. (¿Dentro del aula, entre compañeros?, ¿Para otros cursos?, ¿Para la comunidad educativa? ¿Difundir un poster o video a través de una red social para generar conciencia? ¿Participar de un concurso sobre la problemática?).
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